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Basada en la experiencia fundamental de caminar en sus rasgos esenciales, la transitabilidad adquiere un nuevo significado: el de la hospitalidad de los espacios públicos. Esta atención al peatón nos lleva a pasar de la lógica del orden a la de la moderación, que describimos como una acogida y una invitación al paseo. Así pues, la transitabilidad forma parte de una ética y una estética de los espacios urbanos con la riqueza sensorial, la dinámica espacial y el vínculo con la alteridad como objetivos.