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El canto militar es un vector excepcional del alma humana, especialmente en virtud del efecto psicológico que ejerce. Es, a la vez, el jardinero y el fruto de la identidad, porque participa en la construcción identitaria y, al mismo tiempo, es compuesto y entonado gracias a ella. Pero también puede ser funcional a la búsqueda de la identidad y seguir sus excesos o sus derivas. La historia lo demuestra: es nuestra responsabilidad permanecer alertas hoy en día.