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Muy atento a cultivar el «espíritu guerrero» para preparar las operaciones, el ejército no descuida por ello la moral cotidiana. A través de las expectativas de los miembros de las fuerzas armadas y sus familias, rastrea los puntos fuertes y débiles de las unidades, y trata de comprender las motivaciones de las diferentes categorías de personal. Se trata de mandar con humanidad y precisión, pero también de garantizar que se mantenga la competencia y la experiencia. Las herramientas estadísticas, combinadas con la apreciación del mando proporcionan una malla fina de información al Jefe del Estado Mayor de ejército de tierra y permiten analizar las señales débiles en el ámbito de los recursos humanos. En este último ámbito, la «política de RRHH» se encarga de utilizar estos análisis y anticipar trayectorias profesionales atractivas para las nuevas generaciones, en beneficio de las operaciones del mañana.