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Aunque la noción de obediencia se da por sentada en las fuerzas armadas, la confianza no es una virtud que se asocie espontáneamente a la institución militar. Por el contrario, la eficacia de esta última se basa fundamentalmente en la autoridad impuesta por la jerarquía, de arriba abajo, según el principio cardinal de la disciplina, entendida como la ejecución formal de las órdenes dadas por un líder cuya autoridad es indiscutible. Este enfoque no sólo es reductor de la realidad militar, sino que es anticuado. De hecho, la obediencia es posible gracias a la confianza, y la confianza condiciona el rendimiento individual y colectivo.