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El abuso sexual contra un niño con sus consecuencias a más largo plazo constituye todavía hoy la cara oculta de una problemática de salud individual familiar y pública. Los estereotipos sociales siguen muy activos hacia el sexo masculino. Capaces de defenderse y de proteger(se), se espera de los hombres que crucen con fuerza la adversidad. Estos estereotipos van en contra de las experiencias vividas por los niños víctimas de abusos sexuales durante la niñez. La incorporación tenaz de las representaciones acentúa el malestar, debilita la identidad y es capaz de influir en la orientación sexual. Una distinción entre un posicionamiento homosexual en la adolescencia como manifestación legítima del joven que se está buscando y homosexualidad traumática como repercusión de resultas de una agresión sufrida durante la niñez no es muy fácil de obrar. Al desarrollar las nociones de deconstrucción, de relación al cuerpo y de contrato narcísico, interrogamos, centralmente en el niño, los mecanismos y fuerzas presentes en esta relación compleja entre el joven, su familia y la sociedad en torno al tema de la elección del objeto sexual, relacionada con un trauma anterior de índole abusiva.