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Somos una disciplina en la que uno de los objetivos es la “convivencia”, a diferentes escalas: intrapsíquico (“triebmischung”, decía Freud, “nudo borromeo” proponía Lacan), intrafamiliar (homeostasis y cambio sistémico), del piso, del edificio, del barrio, de la comunidad (psiquiatría social). Contener la violencia depredadora de nuestra herencia biopsicosocial para lograr una “ciudadanía lo suficientemente buena” forma parte integrante de nuestro oficio, en la medida en que la atención médica, sea cual sea su eficacia farmacológica, es de escasa o nula eficacia si no está estrechamente asociada a un enfoque socioinclusivo atento. La misma no sólo descansa en una benevolencia o los buenos sentimientos, sino que requiere un tecnicismo específico que merece ser enseñado.