Una “cingularidad” del estrés postraumático
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Las perturbaciones o los retos específicos presentes en el entorno, generan cambios en los estados biológicos internos que la mayoría de las veces requieren la producción de una respuesta adaptada, con el fin de tender hacia la conservación de la homeostasis, que garantiza la seguridad y el bienestar. La capacidad cognitiva de un individuo para representar estos cambios, registrarlos y, a continuación, restablecerlos y modularlos para producir una respuesta conductual, garantiza la coherencia y la temporalidad de los sistemas psico-conductuales que sustentan la identidad de un Yo unificado y sirve de base para la producción de emociones complejas, como las emociones de caregiving, sociales o existenciales. Este artículo plantea la hipótesis de una función de orquestación dentro de los sistemas ejecutivos que parece que toma forma en torno a las áreas de contribución del córtex cingulado, un dominio clave para los comportamientos prosociales, con necesidad de adaptación y modulación cognitiva de las emociones y los comportamientos. La degradación de esta función de orquestación, inducida por el estrés crónico postraumático, parece alterar la continuidad histórica del Yo y su identidad a lo largo del tiempo, a favor de comportamientos orientados la supervivencia, y podría dar lugar a la noción de un punto de ruptura en la organización dinámica de las redes cerebrales.
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