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El psicoanálisis permite al futuro psicoterapeuta formarse para esta «profesión imposible». Sin embargo, el conocimiento del bebé es una necesidad para convertirse en psicoterapeuta infantil. El método de Esther Bick de observación de un bebé es una de las formas más fructíferas de hacerlo. Este artículo intenta proponer una reflexión sobre el interés de los dos enfoques, tanto en el plano psicopatológico como en los avatares de la transferencia-contratransferencia. También se debatirán los efectos institucionales. No cabe duda de que, en un momento de la historia de las ideas en el que el psicoanálisis es objeto de injustas descalificaciones, las experiencias pueden demostrar su importancia en el tratamiento del sufrimiento psíquico de los niños.