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La capacidad del analista de acoger lo no representable del paciente puede dar lugar a intuiciones que se imponen al analista en forma de construcciones y prefiguraciones interpretativas. Según Bion (Bion 1963), «lo único que cuenta en una sesión es lo desconocido, y nada debe distraer al psicoanalista de esta intuición». Dentro de la intersubjetividad de la pareja analítica, la intuición del psicoanalista permite acceder a ciertos aspectos de la realidad psíquica del paciente, lo que favorece su desarrollo. Momentos intuitivos similares se encuentran en la relación materna, son los momentos en que la madre es capaz de desintoxicar las ansiedades preverbales de su bebé. En este trabajo, consideramos la intuición psicoanalítica como el resultado de la intersubjetividad de la pareja; «los elementos psíquicos» surgen, entonces, en el consciente del analista, producto de las proyecciones del paciente. Así, la intuición del psicoanalista se sitúa en el plano de la contratransferencia y de la identificación proyectiva resultantes de la dialéctica de la pareja analista/analizado. Cuando la contratransferencia funciona correctamente, la intuición del psicoanalista permite captar la experiencia inconsciente del paciente, lo que contribuye a la creación de una experiencia potencialmente nueva.