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Centrándose en la práctica de sonreír y reír, el artículo examina las transformaciones de la sensibilidad en la primera infancia. Se basa en la observación directa y la grabación audiovisual de niños de entre cuatro y quince meses atendidos en una guardería francesa. La noción de práctica se usa en un sentido fuerte, lo que permite apuntar a la actividad individual más acá de la acción intencionada, pero también más allá del puro reflejo. La hipótesis central del artículo es que, a partir de las posibilidades corporales genéricas, la sensibilidad se transforma en función de la diversificación de las orientaciones prácticas que la caracterizan. Así, las sonrisas y risas cuasirreflejas provocadas por el intercambio de miradas son sustituidas gradualmente, primero por sonrisas y risas asociadas a la producción de incongruencias materiales, y después por sonrisas y risas asociadas al incipiente ejercicio del poder simbólico: los niños pequeños sonríen y ríen en dirección a los demás, para valorar lo que tienen, lo que hacen y, en definitiva, lo que son. Estas transformaciones no son simplemente una cuestión de aprendizaje individual, aislado de la comunidad y de la historia: se apoyan en las interacciones (sobre todo con los adultos) y en las instituciones (incluidas las materializaciones en las imágenes y los objetos accesibles a los niños). También parecen ir acompañadas de una progresiva diferenciación social: no sólo porque las prácticas sensibles más elaboradas (ya) dependen de disposiciones desiguales, sino también porque son susceptibles de generar nuevas desigualdades (en este caso, entre los niños capaces de valorarse a sí mismos a través de la risa y la sonrisa, y los demás).