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En el momento de la crisis del 16 de mayo de 1877, Victor Hugo estaba en la cima de su fama. Este artículo muestra cómo utilizó todas las facetas de su gloria para oponerse a la ofensiva de Mac-Mahon y sus partidarios contra los republicanos. A sus 76 años, asumió de manera alternativa y simultánea todos sus papeles: el anciano de la barba blanca, el abuelo orgulloso de sus dos nietos, el senador con inmunidad, el superviviente del último auténtico golpe de Estado, el historiador y el poeta de la República. Habló en el Senado contra la disolución de la Cámara de Diputados, contribuyó a la animación de la izquierda durante la campaña electoral, tomó notas en sus cuadernos y, sobre todo, publicó Historia de un crimen a menos de quince días de la primera vuelta de las elecciones, en el que establecía un paralelismo entre el 2 de diciembre de 1851 y el 16 de mayo de 1877. Es un modelo para algunos opositores que buscan emular su estilo o sueñan con ser ministros. Sin embargo, por muy considerable que sea, la voz de Hugo también se mezcló durante esta crisis con la de miles de personas anónimas que compartieron espontáneamente las mismas referencias históricas y políticas y eligieron los mismos ángulos de ataque sobre los suyos.