98

La extensión del dominio de la música (clásica y contemporánea), de las salas, del disco y de la radio a la televisión, plantea interrogantes sobre la programación, las competencias musicales, las orquestas, los medios técnicos y de producción, así como sobre las relaciones con los distintos círculos musicales, incluidos por supuesto los creadores y el público. Una suerte de matrimonio de conveniencia se fue estableciendo gradualmente. Y este era también el caso para otros géneros musicales. Hombres y mujeres se fueron distinguiendo poco a poco por su capacidad para defender los intereses de la música tanto dentro de los canales como frente a los espectadores. La creciente importancia de los criterios de audiencia tendía a desplazar las grabaciones de conciertos, así como las creaciones, a horas tardías en la mayoría de los canales, mientras que se desarrollaban los mercados del casete, del vídeo y más tarde del DVD. Pero esta misma música está recuperando parte del espacio perdido en la pequeña pantalla gracias al streaming y a la creación de canales online. Por último, uno se pregunta —en relación con las experiencias extranjeras— sobre el lugar de la televisión en la cultura musical y sobre la transformación de la misión cultural que el Estado hace suscribir a los canales.