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La activista libertaria y ex presa política Alicia Mur mantuvo, como «madrina de la prisión», correspondencia con los camaradas de su organización entre 1963 y 1977. A partir de ello, este artículo propone un estudio de caso de esta relación familiar electiva, situada en la confluencia de los ámbitos afectivo y militante. El apadrinamiento en situación de detención política al final de la dictadura franquista exigió afrontar las medidas de seguridad para proteger la acción clandestina y los reglamentos de las instituciones penitenciarias, que promueven las comunicaciones basadas en los vínculos familiares de filiación o matrimonio. Poco institucionalizada y poco estudiada, esta relación informa más ampliamente sobre las sociabilidades en la detención política, los vínculos con las organizaciones y el exilio, y las modalidades (de género) del trabajo activista.