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Entender la conducta animal y relacionarla con una acción significativa equivale a atribuir a las acciones animales una forma de agentividad que se hace visible en el ajuste entre las acciones de unos (participantes humanos) y las acciones de los otros (participantes animales). En este artículo analizamos cómo los participantes humanos logran realizar inferencias sobre los estados emocionales de los individuos animales con los que interactúan, de diferentes maneras: (i) formulando explícitamente el sentido que creen poder otorgarle, (ii) llevando a cabo formas de ventriloquia que traslada el supuesto significado de una conducta a los términos de un juego de lenguaje humano, o (iii) directamente ajustando su acción y dando así muestras de que consideran inteligibles las acciones de su coparticipante y de que las entienden. Esta tesis se basa en datos recogidos en diferentes contextos: interacciones entre humanos y perros domésticos en el ámbito del hogar, perros guía con personas no videntes, caballos de equinoterapia y animales salvajes en una reserva natural del Medio Atlas.