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Tras un intenso período de disturbios urbanos en las décadas de 1960 y 1970, seguido en 1992 de disturbios en Los Ángeles, Estados Unidos prácticamente no experimentó más disturbios hasta 2014, tras la muerte de un joven asesinado por la policía en Ferguson. En cambio, no fue hasta la década de 1980 que comenzaron a multiplicarse los disturbios urbanos en Francia como resultado de interacciones fatales con las fuerzas del orden, que culminaron en el otoño de 2005 con las muertes de Zyed y Bouna. ¿Qué podemos aprender de este paralelismo histórico? Didier Fassin muestra aquí que, más allá de las diferencias, las manifestaciones populares vinculadas a estos trágicos accidentes tienen una base moral común que les da un profundo significado político, algo que los comentaristas franceses han tratado de negar con demasiada frecuencia.