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Al atraer la atención de los diversos agentes sanitarios y sociales que están presentes en la ciudad, la aparición de «escenas públicas» de consumo de drogas en el tejido urbano 1 ha contribuido a la reconfiguración de las iniciativas relacionadas con las drogas en las ciudades, y ha prefigurado al mismo tiempo la aplicación de la política de reducción de daños (RDR, por sus siglas en francés) entre los consumidores de drogas. Si bien la política de RDR ha logrado resultados innegables en relación con la epidemia de VIH, todavía no ha logrado abordar plenamente los problemas que plantean los consumidores de drogas más marginados de las zonas urbanas, en particular los más vulnerables, los migrantes, las mujeres y todos los que vagabundean por las grandes ciudades. Fragmentadas, efímeras y móviles: las escenas no han desaparecido, pero se han vuelto de nuevo más difíciles de discernir/identificar.