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En 2009, la pérdida de 300 puestos de trabajo en el transporte ferroviario de mercancías en el País Vasco dio lugar a una convergencia sin precedentes entre los trabajadores del ferrocarril, los ecologistas y los activistas climáticos abertzales1. En paralelo con el proyecto de línea de alta velocidad (LGV) entre Burdeos y España, la SNCF está liquidando las terminales de mercancías y promueve la construcción de una autopista ferroviaria, que utiliza trenes especiales para transportar vehículos pesados en largas distancias. Frente a este gran proyecto impuesto, los ecologistas y los trabajadores del ferrocarril defienden otro modelo ferroviario basado en el transporte de vagones, que permita construir trenes completos a partir de vagones individuales utilizando toda la red ferroviaria para reducir al máximo el uso de camiones. Sin embargo, la SNCF ha seguido manteniendo su desastrosa política de transporte de mercancías. Al final resultó ser una pequeña movilización, pero que propició una gran convergencia en torno a la defensa del tren como el medio de transporte de mercancías más ecológico. Las barreras que existían entre los trabajadores del ferrocarril y los ecologistas han dado paso a lazos de solidaridad que se han ido fortaleciendo con los años.