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Estamos a principios de la década de 2020 y, en algún lugar de Europa, una flota de repartidores surca las calles, esperando a que suene el teléfono. Todo el mundo es un trabajador «uberizado»... ¿Todo el mundo? ¡No! Un puñado de riders sigue resistiendo al capitalismo de plataforma: se multiplican las «huelgas de desconexión», las manifestaciones públicas y las acciones legales. Frente a los gigantes de la gig economy, algunos de estos «nuevos proletarios» se han lanzado incluso por la empinada senda de la autogestión.