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Este artículo argumenta que los coches autónomos son robots sociales que deben hacer las veces de sus dueños humanos. A fin de no eludir las elecciones morales que incumben a los usuarios humanos de estas tecnologías, los vehículos podrían programarse para que se comportaran de acuerdo con diferentes teorías morales, permitiendo a los propietarios elegir la que prefieran. El artículo también contempla las implicaciones éticas de otros problemas prácticos relacionados con la tecnología de los automóviles autónomos.