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Las provocaciones violentas de los forestales contra los nativos aumentaron en 2010 en la frontera oriental de la selva amazónica. El gobierno envió a la policía y al ejército a restaurar el orden en 2013. El hecho de poner a los nativos bajo tutela política y administrativa fomenta la discriminación por parte de todas las instituciones. A finales de 2015, la elección de un gobernador del estado comunista, y por lo tanto desarrollista, autoriza la reanudación de la violencia contra los nativos y la reanudación de los incendios forestales. Más que de desarrollismo, hay que hablar de crecimentismo, de una pasión por hacer crecer la explotación a todos los niveles, particularmente a través de grandes proyectos que subordinan la acción del Estado a los intereses privados.