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Irán (sobre todo el posrevolucionario) sufre doblemente a causa de su representación incorrecta. No solo se ha agravado la brecha dentro del país entre la diversidad social y el Estado Islámico instalado desde la revolución de 1979, sino que, además, la percepción de la revolución fuera del país ha reactivado las lecturas culturalistas. En este artículo movilizamos el concepto de «representación», que implica significados políticos y estéticos, para dibujar otra imagen de las tensiones entre la sociedad iraní y su Estado. El bloqueo de la representatividad democrática por parte del gobierno ha llevado a la sociedad iraní, en busca de su imagen, a recurrir a modalidades cada vez más estéticas. Estas sensibilidades influyen en el panorama político, del mismo modo que las representaciones estéticas son siempre susceptibles de tomar un significado político. Lo que nos interesa es justamente este conflicto de imágenes en el contexto iraní.