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En una tierra larga y estrecha parecida a una soga, las fibras (des) e (ins)tituyentes tejieron una trama política a veces opaca, a veces brillante o incluso, como en un escenario cuántico, las dos a la vez. No diríamos que esta trama afirmaba una (R)evolución, pero sí nos parece que sugería un ensamblaje milagroso de (p)olíticas moleculares. Como las herramientas racionales estaban desfasadas respecto a estas formas de ser asociativas y resurgentes, estos montajes (des)orientaban sin duda nuestros argumentos políticos de la época, pero sobre todo confundieron nuestras formas de referirnos a esta actividad terrenal. Lo que allí ocurría no terminaba, en efecto, de pasar de lo singular a lo singular a través de acciones y afectos que no podían reducirse a una única (M)ultitud afirmativamente revolucionaria. Y, sin embargo, un día vimos surgir en el horizonte de estas tierras una ensamblea, un texto y un horizonte caosmopolítico de aspiraciones comunes.