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Los usuarios de sustancias psicoactivas manejan un conocimiento específico de los efectos de los productos, que es a la vez cercano y muy diferente del de los médicos. ¿Cómo tener en cuenta en la relación médica este conocimiento singular que a veces difumina sus puntos de referencia? Tras intentar caracterizar lo que suele denominarse el «conocimiento secular» de los consumidores de drogas, el artículo se centra en algunas situaciones concretas de interacción (o no interacción) entre pacientes y médicos, favoreciendo más o menos el enriquecimiento mutuo de sus respectivos conocimientos. Luego se pregunta sobre las condiciones de su alianza y los medios para fomentar una mejor escucha de la voz siempre ligeramente disonante de estos pacientes.