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Utilizando violentas expresiones misóginas de las sesiones de teatro foro, este artículo cuestiona los vínculos entre la represión sexual y el fundamentalismo. Al igual que el fascismo en el siglo XX, el islamismo sobresale en la manipulación de los adolescentes en busca de sentido al interiorizar el desplazamiento de las energías sexuales a favor de un sentimiento religioso sustitutivo y luego de la violencia. Cualquier intento de emancipación debe tener en cuenta este complejo psico-socio-sexual masivo. El enfoque del teatro institucional permite hacer un diagnóstico, pero también abrir espacios de transición en dirección a la coconstrucción, al negarse a considerar que los jóvenes en peligro o peligrosos solo sufren una patología individual.