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Desde hace quince años el sector agrícola argentino está impulsado por unos procesos que muchas veces se presentan como antagonistas: mientras que un modelo emprendedor, motor del crecimiento productivo del país, se consolida, el gobierno reconoce la agricultura familiar y el papel que desempeña en la soberanía alimenticia. Este articulo propone une interpretación de las lógicas de la coexistencia de estos modelos plurales de desarrollo agrícola y de su cuestionamiento. Así, al explorar sus trayectorias socio-económicas y los mecanismos de legitimación política, nuestra reflexión explorará las técnicas de control que sirvieron como puntos de inflexión hacia la bifurcación y el reconocimiento político conjunto de estos modelos.