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El conflicto, que a menudo se considera un obstáculo para los proyectos de desarrollo, debería ser sustituido por una «buena» participación, que quede enmarcada de manera que exista una garantía de que las tensiones serán evitadas. En contra de este postulado, este artículo pretende revalorizar las dimensiones política, participativa y conflictiva de las dinámicas en torno a los megaproyectos, tomando como ejemplo el caso del gas de esquisto en Quebec. El análisis de las fases de la movilización territorial contra este megaproyecto energético muestra la influencia de la apropiación por parte de los líderes locales de los mecanismos de participación, la reconfiguración de los colectivos, así como la estructura de oportunidad política (el régimen de recursos).