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Aunque la división del trabajo que muestran los think tanks tiende a presentar el trabajo de los expertos como apolítico, este artículo propone considerarlo como una actividad política. A través de un estudio de campo dedicado a Terra Nova, este trabajo parece ser en primer lugar un ejercicio por el que los actores han interiorizado la dimensión política de su actividad. A través de las anticipaciones y elecciones que hacen, producen lo político incluso antes de que sus recomendaciones sean respaldadas por un responsable público. En segundo lugar, también es una actividad política en un segundo sentido, en el sentido de que la participación en el think tank constituye una forma de compromiso político para los expertos, con sus relaciones sociales y remuneraciones asociadas.