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Ante el conflicto ucraniano, Ankara, que anteriormente había desarrollado una relación especial con cada uno de los beligerantes basada tanto en la historia como en el interés económico, está adoptando una estrategia de neutralidad activa y equilibrio. Potencia oportunista en el sentido pleno del término, Turquía aprovecha cualquier oportunidad para defender sus propios intereses, ofrecer su mediación y hacer valer su peso como potencia regional frente a adversarios y aliados, especialmente dentro de la OTAN.