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Tras un periplo excepcionalmente arduo de repetidos abortos espontáneos y luego múltiples fracasos de reproducción asistida, una mujer desea dar testimonio de lo que le permitió «persistir», hasta que finalmente se produce un embarazo. Describe cómo el acompañamiento indefectible de su médico, en estrecha colaboración con una psicóloga de maternidad y una psicoterapeuta, y luego con una matrona, fue un apoyo excepcional que le permitió no renunciar a este proyecto vital para ella. La historia personal se menciona como un factor de estrés que puede haberse movilizado. Cada profesional involucrado da sus impresiones y reflexiona sobre su modo de práctica, confirmando la importancia de no estar solo en la continuidad, para seguir a la paciente paso a paso donde se encuentra, sin juzgar y sin abandonarla. El papel del médico fue fundamental por su inquebrantable disponibilidad.