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A menudo atribuido al lado del evolucionismo y a veces acusado de sustentar la dominación neocolonial, el campo de los estudios sobre la modernidad y los procesos de modernización se ha ido desacreditando gradualmente en las ciencias sociales en los últimos cuarenta años. Sin embargo, recientemente, varios historiadores y sociólogos han comenzado a reinvertirlo sobre nuevas bases. Dando la espalda a las posturas miserabilistas y populistas en las que la cuestión de la modernidad ha permanecido estancada durante demasiado tiempo, su trabajo esboza un programa de investigación, cuya coherencia y líneas de fuerza intenta identificar este artículo. Se demuestra que este programa propone una definición propiamente metodológica de la modernidad —como presente de la humanidad— y a imponer cuatro grandes desplazamientos a los investigadores: el rechazo del estatocentrismo; la atención a los fundamentos prácticos de las diferentes concepciones de la «modernidad»; la adhesión al principio de la contemporaneidad; y finalmente, el anclaje de la ambición generalizadora de las ciencias sociales en la búsqueda de analogías procesuales.