Dejarse afectar, estar afectado: la «función de alterancia» en el corazón de la profesión de cuidador
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Cuidar, en un entorno extremo, en los cuidados intensivos pediátricos y, con mayor motivo, en los cuidados paliativos pediátricos, es una experiencia intensa que requiere dejarse afectar emocionalmente. Los testimonios de los enfermeros, los médicos y los auxiliares de enfermería ilustran la ambivalencia entre la riqueza de la experiencia vivida por los cuidadores en los cuidados intensivos pediátricos y el carácter de irrupción de esta experiencia, que puede conducir al agotamiento profesional. Este artículo se propone poner de manifiesto la experiencia muy específica de los cuidadores en entornos extremos. Llamo «función de alterancia» a la capacidad de una interacción emocionalmente intensa para transformarnos, inicialmente de forma positiva para el cuidador, pero que, llevada al extremo, es destructiva. El término alterancia, con su doble connotación de alteración y de alteridad, expresa la ambigüedad entre un riesgo de corrupción por parte del otro, que puede llegar hasta el agotamiento, y la posibilidad de una apertura al otro, que lleva a una transformación psíquica a veces costosa, siempre madurativa. Si se percibe, se reconoce, se nombra, la función de alterancia permite al cuidador reconocer en él este comienzo por la alteridad, esta alterancia que viene del otro, y a partir de ahí poder acogerla aceptando la exigencia que plantea: la de revitalizarse, des-alterarse, con otros cuidadores, en la reflexión intelectual, en la sublimación, en el trabajo terapéutico, por medio de todos los creadores de sentido. ¿Cómo acompañar esta función de alterancia? Se discutirá el papel de un psicólogo específicamente dedicado al equipo de atención.
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