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Chantal tiene 45 años. Casada, un hijo. Profesión artística. Con depresión severa, Chantal padece una forma primaria progresiva de esclerosis múltiple que se caracteriza por una evolución constante. Llegó a mi casa, caminando con muletas, sufriendo dolores y rigidez corporales, trastornos de la marcha acompañados de breves dolores agudos, hormigueo, entumecimiento, fatiga anormal, retención urinaria y estreñimiento crónico. También sufre de insomnio persistente y, obviamente, ya no sueña. A lo largo de un año, la relación terapéutica hizo evolucionar significativamente la actitud de Chantal hacia su enfermedad y su forma de vivir el día a día, alejánodse así de la depresión. Esto es lo que este artículo intenta presentar en la segunda parte