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Trataremos la experiencia del cuerpo en el alcoholismo (cuerpo en tensión, abandonado, sin vida...) como consecuencia de un juego imposible entre el sueño y la realidad, una articulación problemática entre el esquema corporal y la imagen inconsciente del cuerpo, y finalmente una dificultad del alcohólico para captar su imagen en la mirada del Otro. A partir de un caso clínico, describiremos cómo la atención particular del terapeuta al cuerpo puede ser un medio para invitar a un nuevo anudamiento entre el cuerpo y la palabra. El terapeuta, como garante del pacto de la palabra y el lenguaje, se estaría entonces en la posición de ocupar el lugar del Otro, cerca de una función paterna que favorece lo simbólico.