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La teoría republicana ha sido, en su mayor parte, el producto del trabajo normativo llevado a cabo en filosofía política y de la investigación en la historiografía de la gobernanza occidental desde el período romano. En este artículo se intenta contribuir a la tradición republicana recurriendo a la investigación empírica en materia de justicia penal y justicia restaurativa y centrándose en las experiencias de gobernanza no occidentales. Estas experiencias empíricas se utilizan concretamente para despejar la gobernanza legislativa y ejecutiva como los lugares por excelencia de la elaboración de la democracia. Los ámbitos judicial y educativo son aún más importantes cuando se trata de proporcionar a los ciudadanos oportunidades de aprender a ser individuos democráticos. Este proceso de aprendizaje es concebido como un arte de innovar mecanismos híbridos entre la democracia deliberativa y la democracia de protesta. Esta innovación es necesaria para responder al surgimiento de nuevas tecnologías de dominación que amenazan la democracia republicana.