Pragmatismo, verdad y democracia
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Existe un interés creciente por la democracia deliberativa, en particular su versión pragmática, que sostiene que las libertades y los procedimientos democráticos tienen más probabilidades de conducirnos a la concepción correcta de lo que es verdadero, justo o equitativo. Hoy, centrarse en la verdad es más importante que nunca. Nosotros (Robert Talisse y Cheryl Misak) hemos propuesto un argumento según el cual las libertades y los procedimientos democráticos pueden justificarse por motivos epistémicos. Nuestras prácticas de creencia y razonamiento requieren que nos veamos como iguales sociales y que las voces de todos sean tomadas en serio mientras buscamos la verdad. Annabelle Lever y Clayton Chin, aunque simpatizan con nuestro proyecto general, han expresado su preocupación por el hecho de que “nos equivocamos al suponer que las consideraciones epistémicas están mejor situadas que las morales para justificar el ejercicio del poder coercitivo”. En respuesta, distinguimos primero dos situaciones en las que puede operar la justificación epistémica de la democracia. En nuestra opinión, el argumento epistémico demuestra por qué debemos ser democráticos. Pero la forma en que los demócratas pueden justificar el ejercicio de la coerción plantea una cuestión diferente. Aceptamos que las razones que movilizamos como sociedad para justificar el poder coercitivo sobre los ciudadanos serán efectivamente morales. Nuestro argumento siempre ha sido que nuestras creencias sobre lo que es moralmente correcto deben -en la medida en que son creencias motivadas por nuestra búsqueda de la verdad- ser sensibles a las razones de los demás. El argumento a favor de la democracia sólo se plantea en un segundo paso: el mejor método para alcanzar la verdad es, en general, un método democrático. Sin embargo, las razones que se movilizarán serán razones morales que invocan los principios de igualdad, autonomía o utilidad.
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