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Entre 1958 y 1981, la vida política francesa estuvo dominada por una mayoría de derecha. Las elecciones presidenciales y legislativas de 1981 abrieron el camino a la práctica de la alternancia, que se convirtió en algo habitual durante los tres decenios siguientes y en una norma de la política francesa. La alternancia se basa en la competencia entre dos propuestas políticas bien identificadas, que se oponen y se suceden en el poder. Además, refleja el descontento del electorado con la oferta política, a la que no ofrece una respuesta duradera. En la estrategia de conquista del poder que puso en práctica a partir de 2011, el Frente Nacional busca responder a esta insatisfacción y al agotamiento del modelo de alternancia, presentándose como la última alternancia, la que nunca se ha intentado.