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Un torrente nace de un glaciar, da forma a un valle con la ayuda de sus afluentes y termina su curso abandonándose al río que se encuentra. A esta aventura se suma la de una molécula de agua que circula por el planeta en la superficie del suelo, en el fondo del océano, bajo tierra o en el aire. El texto que relata estos viajes está escrito alternativamente como una descripción poética y como un capítulo de un ensayo. Los dos modos estaban esperando ser combinados. Esta unión se basa en la unión de lo inteligible y lo sensible, por la que el autor aboga. Es posible una percepción instruida, en la que, al espectáculo del mundo que nos regalan nuestros sentidos, se añade un conocimiento científico que no es en absoluto su enemigo. De esta manera, el paisaje se enriquece con la intensa vida física invisible que lo crea continuamente.