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En el noreste de París, una agrupación musical reúne a una veintena de empresas desde 2008. Inicialmente centrado en las músicas del mundo, el proyecto perdió gradualmente su claridad, ya que no pudo establecerse en el barrio de la Goutte d'Or, para el que fue concebido. Este artículo trata de caracterizar, a partir de estas oportunidades y resistencias territoriales, los desafíos que supone el territorio de acción de la agrupación para la definición y elaboración de su proyecto de conciliar el desarrollo económico de los empresarios musicales y la construcción de un nuevo territorio simbólico. El equilibrio de poder entre los asociados locales, en particular los institucionales y financieros, es decisivo para definir los objetivos comunes que facilitan que la actividad de ese mecanismo sea aceptable para todos. Frente a las exigencias de reconocimiento y claridad, la agrupación cultural se enfrenta a un conjunto de dinámicas locales y suprarregionales. Esto le obliga a recomponer constantemente su proyecto y sus modalidades de acción, pero también a construir un entramado de actividad que resulte coherente con los marcos de referencia dominantes, a los que con este proceso contribuye a legitimar.