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En la era digital, los espacios asociativos y comunitarios de coworking son valorados en la literatura académica y los medios de comunicación como espacios de trabajo abiertos que facilitan los encuentros y los intercambios. El presente artículo tiene por objeto poner de relieve la diversidad de esos espacios en cuanto a su apertura a los usuarios y los territorios. De acuerdo con los criterios del grado de apertura de las oficinas a los posibles coworkers y el grado de apertura al territorio para participar en la vida social local, se identifican y definen tres modelos principales de espacios. El primero es abierto y se inscribe en la lógica del enjambre, tanto para la recepción de los coworkers como para la apertura al territorio. El segundo es cerrado y similar a una isla cuya entrada se rige por un sistema de selección que únicamente permite el acceso al sitio a un grupo reducido de individuos. El tercero se sitúa en una posición intermedia. Estos tres modelos tienen dinámicas diferentes en cuanto a la apertura de los espacios de oficinas a los usuarios y el compromiso de participar en la vida social de lal territorio. La naturaleza del proyecto impulsado por los fundadores de los espacios de coworking y la presencia de un coordinador se identifican como los principales factores que explican esta diferenciación.