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Las identificaciones de angustia generan un proceso de desagregación y descomposición del yo-cuerpo en el que el yo ya no es más que la efracción que padece. Los sueños bordeline traducirán esta inquietante potencia de deformación que posee este tipo de imagen especular. Incluso contribuirán a reforzar la convicción de que los escenarios que están presentes tienen un valor de destino impasible. Las identificaciones de angustia subyacentes a las escenas (des)identificantes tienen, pues, el poder de corregir los recursos metafóricos no solo del analizante, sino también del analista. Para hacer frente a este proceso de desmetaforización, la elaboración analítica tendrá que favorecer una forma de histerización arcaica que permitirá no solo una rememoración de los traumas tempranos, sino que favorecerá una nueva configuración de las envolturas psíquicas o de los significantes formales a partir de construcciones o interpretaciones que favorecerán el uso de metáforas sinestésicas.