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A la manera de una pieza musical, este texto se articula en diferentes movimientos: el primero trata del silencio en la música «antigua» y en la «modernas» mientras que el segundo está dedicado al ruido en las mismas músicas. Ambos movimientos de esta partitura están enlazados por una transición que da apertura al área intermediaria del susurro. Por último, una coda explora el silencio y el ruido en las expresiones artísticas no musicales. Ora tenso, fuente de espera, de estrés, incluso de angustia, ora relajante, que procura calma, incluso una sensación de bienestar, el silencio juega un papel determinante en la organización del discurso musical. Aunque el ruido esté también presente en todas las épocas, es a principios del siglo XX cuando adquiere importancia y presenta múltiples facetas y definiciones que requieren algunas precisiones. Algunos fragmentos musicales ilustran de manera «sonora» las elaboraciones teóricas del autor.