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En la mayoría de las parejas heterosexuales, el hombre es mayor que la mujer. Es un hecho asombrosamente constante a lo largo del tiempo y en todos los continentes: en la casi totalidad de las sociedades conocidas, el esposo es de media mayor que la esposa. Aunque se trata de un hecho de sobra conocido, los motivos no lo son tanto. ¿Cómo se produce esta asimetría sexuada? Las encuestas encuentran dificultades para contestar a esta problemática vinculada con cuestiones de relaciones de género. Como interrogan a personas que ya están en una relación, no consiguen observar el proceso del encuentro. Este artículo ofrece una modalidad alternativa al movilizar datos sacados de un portal de encuentros. Estos servicios –hoy en día muy utilizados en Francia– constituyen un punto de observación original de las expectativas de los actores y de las lógicas de emparejamiento de las parejas. También ofrecen nuevas enseñanzas. Mientras los datos de las encuestas indican que son sobre todo las mujeres quienes desean la diferencia de edad, los análisis del sitio muestran que también los hombres la buscan, en particular después de una separación. Más generalmente, el estudio cuestiona la noción de “elección” del cónyuge –sacralizada por los sociólogos de la pareja– al demostrar que los encuentros amorosos y sexuales radican en una mediación entre aspiraciones femeninas y masculinas que suelen ser más divergentes que concordantes. A través del ejemplo de la diferencia de edad, el artículo pretende ilustrar de forma empírica algunas de las oportunidades que ofrecen los llamados “macrodatos”.