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A través de la etnografía de los comercios de un pueblo periurbano, nuestro artículo explora el funcionamiento de una economía de conocimiento mutuo, una forma específica de distrito comercial que permite que comerciantes interdependientes generen una renta explotando individual y colectivamente relaciones mercantiles inscritas en un mismo territorio. Este funcionamiento articula las externalidades de la conurbación, las regulaciones profesionales y las instituciones locales en torno a la gestión de un bien común. El artículo retrata primero la manera en que los comerciantes defienden y comparten dichos recursos de clientela; luego aborda las especificidades de los intercambios y de las reputaciones económicas en el marco de un espacio de conocimiento mutuo. Finalmente, se restituye la ambivalencia de las estrategias de fidelización de la clientela que despliegan las comerciantes que se ubican en el corazón de las sociabilidades de los pueblos y de las pequeñas ciudades rurales. Al tomar en serio el espacio, nuestro artículo hace hincapié en formaciones económicas locales que, en la encrucijada de un conjunto de mercados diferenciados, se constituyen a través de cadenas de interdependencias vinculadas con el hecho de compartir la clientela que frecuenta —o podría frecuentar— el territorio.