¿Un mercado sin economistas?
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La contribución de los académicos a la construcción europea ha sido objeto de un nuevo interés en los últimos años. No obstante, mientras se ha destacado el papel de los juristas en la producción de formas de conocimiento sobre Europa, la contribución de los economistas parece extrañamente limitada durante los primeros años del Mercado Común. Es esta paradoja de un saber económico que no «llega» al Mercado Común lo que este artículo examina. Para ello, estudiamos las movilizaciones, a principios de los años sesenta, de un colectivo que evoluciona entre ciencia económica y política para llevar a cabo una «programación económica comunitaria». Sostenemos que la dificultad de producir un conocimiento reconocido como «científico» es una razón importante de la debilidad de su empresa. Resulta de interés aquí resaltar la tensión a la que se enfrenta cualquier intento de movilizar la ciencia (económica) en el juego político: el éxito de las pretensiones de un gobierno «científico» depende de la capacidad de sus partidarios no solo para enrolar a la ciencia sino también para estabilizar una distinción entre el académico y el político.
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