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Este artículo explora el desarrollo, desde la década de los setenta, de un marco común para reflexionar sobre el edadismo, el sexismo y el racismo. Sostiene que los préstamos de los trabajos sobre las categorizaciones jerárquicas basadas en el género y la raza han tenido un papel heurístico para entender y desnaturalizar las basadas en la edad. Por otra parte, muestra también que las relaciones de edad no pueden conceptualizarse a través del marco materialista de análisis de las relaciones de género y racialización, construido sobre el modelo de las relaciones de clase. Sin embargo, el artículo aboga por una consideración de estas relaciones, no tanto desde una perspectiva analógica como desde una interseccional, para analizar con mayor precisión quiénes son, sociológicamente, los beneficiarios y las víctimas del edadismo.