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El método psicoprofiláctico de parto sin dolor, de origen soviético, se difundió por Europa Occidental desde principios de los años cincuenta. Este artículo intenta mostrar que esta modalidad de analgesia no farmacológica sólo representaba una innovación parcial respecto a las prácticas locales del momento. Su poder de atracción provenía menos de su condición de herramienta innovadora para resolver un problema médico que de una escenificación del progreso científico. Una estrecha cronología del periodo de su implantación en Francia y Suiza muestra, en efecto, que se impuso en el mundo médico de estos dos países gracias a una campaña de apoyo organizada por los círculos comunistas. Sin un trabajo mediático claramente partidista que despertase el interés del público en general, su valor intrínseco por sí solo no le habría dado una difusión tan amplia (a nivel nacional e internacional). Si sus afinidades políticas no provocaron su rechazo fue porque respondía a los intereses profesionales de los obstetras, a su pragmatismo, a sus representaciones de la mujer, y a que se identifica con el científico de renombre internacional Ivan Pávlov. El parto sin dolor ofrece una ilustración inusual de la contingencia social y la heteronomía política de los saberes científicos y médicos.