Cofradías de oficios y gremios en París (siglos XVII-XVIII)
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En el siglo XVII, las corporaciones gremiales y sus cofradías eran generalmente inseparables. Solían tener una administración común, las elecciones se celebraban el día del patrón y los fondos de la corporación sufragaban los gastos de los servicios religiosos. Los funerales y la celebración de las fiestas religiosas formaban parte de la vida comunitaria y de la identidad corporativa. Esta inseparabilidad proviene de una concepción «encantada» del mundo, donde la vida secular apenas se distingue de la espiritual. Este artículo examina el proceso de secularización de los gremios y trata de explicar el fin de las cofradías gremiales en París. La acción de la monarquía —a pesar de sus fundamentos religiosos— estuvo en el centro del proceso. Para extraer el máximo de ingresos de los gremios, el rey impuso en el siglo XVIII una separación financiera de cofradías y gremios, y limitó los gastos. Introdujo una nueva distinción entre las funciones religiosas y otras actividades profesionales, lo que tuvo por efecto la secularización de las empresas. Su intención no fue en absoluto atacar la religión. Por el contrario, su acción se inscribe en una nueva concepción del mundo, propia de la Contrarreforma, que buscaba proteger lo sagrado separándolo de lo profano. A los ojos de los comisarios reales, el trabajo pertenecía al mundo secular. Las cofradías gremiales no tenían cabida allí. Sometidas a crecientes críticas y a la desafección de algunos de sus miembros, no sobrevivieron a la reforma gremial de 1776.
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