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El aislamiento comercial de Cuba a lo largo de los últimos 50 años favoreció el auge de la agricultura urbana para el aprovisionamiento alimentario. Este trabajo analiza, a través del estudio de las políticas públicas y las características del sistema agrario de La Habana, la estrategia llevada a cabo para cubrir las necesidades alimentarias de la población en tiempos de crisis. Constata que el Estado se implicó favoreciendo el desarrollo de la agricultura urbana a través de una política de distribución de tierras y de cooperativismo. Reforzada por la innovación agronómica de los organopónicos y la apertura de los mercados de proximidad a estos productos, la agricultura urbana integró la planificación urbana y se desarrolló bajo la forma de un sistema estabilizado. Sin embargo, este sistema está muy ligado a la situación política de la isla y resulta muy vulnerable a las crisis. Debido a la ausencia de tomas de decisión compartidas, al sistema le cuesta, estructuralmente, anticipar los cambios.