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En Chile, a pesar de una serie de leyes que han ido mejorando las condiciones laborales de las trabajadoras domésticas, persisten altos niveles de informalidad. Utilizando métodos cuantitativos y cualitativos, investigamos por qué la informalidad es tan persistente. Encontramos que las actuales políticas no abordan la naturaleza multidimensional del fenómeno, ni las dinámicas de poder entre trabajadores y empleadores que determinan las condiciones laborales a nivel del hogar. En este nivel, ciertas trabajadoras son especialmente vulnerables, como aquellas con necesidades económicas urgentes o arreglos laborales inestables. Los esfuerzos futuros para formalizar deben tener en cuenta la heterogeneidad en la capacidad de los trabajadores para exigir y defender sus derechos laborales.