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En un contexto de cambio climático en el Ártico cuyas consecuencias estratégicas y económicas no han pasado desapercibidas para los Estados ribereños, China, que no tiene acceso directo a la región, ha adoptado una actitud oficial muy cautelosa. Sin embargo, sus esfuerzos diplomáticos, económicos, políticos y científicos son recibidos con reacciones negativas por los medios de comunicación occidentales. Estos retratan a menudo una China ambiciosa y arrogante, dispuesta a desafiar la soberanía de los países del Ártico para defender sus intereses en la región. Desde este punto de vista, parece pertinente analizar las actividades de China en el Ártico para identificar mejor su estrategia.